lunes, 9 de enero de 2017

Acabar con la brecha de género en las pensiones


Uno de los grandes debates políticos, sociales y económicos que se han de hacer en 2017 en nuestro país es el que se refiere a las pensiones y la reforma de la Seguridad Social. La razón es que el actual sistema público de pensiones, basado en el reparto y la solidaridad intergeneracional, está en peligro en un futuro no lejano, si se siguen acumulando déficits de la Seguridad Social, agotando la “hucha” o fondo de reserva de las pensiones, y perdiendo los y las pensionistas poder adquisitivo cada año con esa subida del 0,25%, muy inferior a la subida del IPC. La erosión del sistema de pensiones por las actuales políticas irresponsables acabaría con uno de los pilares del estado de bienestar y llevaría a la pobreza a millones de personas mayores, hombres y mujeres, que ya no son capaces de buscar otros ingresos para vivir con un mínimo de dignidad.

En el caso de las mujeres, el problema es mucho más acuciante e injusto, debido a la brecha existente entre sus pensiones y las de los hombres, que actualmente es un 38% de media más baja en las pensiones de las mujeres. En este artículo vamos a hablar de cómo se podría resolver esta desigualdad sangrante.

Cómo se ha creado la brecha de género en las pensiones

La brecha existente del 38% entre la cuantía de las pensiones de los hombres y las mujeres es desorbitada, muy injusta y también superior a la brecha salarial (24%), asimismo muy injusta. Además, la desigualdad de género se aumenta con la edad de las mujeres pensionistas: en 2016, entre 65 y 74 años de edad la brecha era del 34,3%; entre 75 y 84 años de edad, del 40,2%; y con 85 años y más, del 57%.



Estos datos denotan que, aunque las mujeres tengan una expectativa de vida mayor que los hombres, cuanto más aumenta su edad más riesgo hay de que sean pobres, lo que hace más verdadero que nunca aquello de que la pobreza en España tiene rostro de mujer, y más cuanto más mayor es. ¿Cómo se puede vivir dignamente a la edad de 85 años con pensiones medias de unos 650 euros, si solo el coste de la energía se lleva un 15% de su pensión?

La desigualdad se nota también en que las mujeres son las perceptoras de ocho de cada diez pensiones asistenciales. Son las más bajas porque las reciben quienes no han cotizado nunca o las cotizaciones de su vida laboral no alcanzan los mínimos para recibir una pensión contributiva. Así se llega a que una de cada tres mujeres pensionistas reciben pensiones mínimas. Estas son sin duda las más probables candidatas a la pobreza extrema, sobre todo si son muy mayores y viven solas.

¿Por qué se produce tan enorme desigualdad en las pensiones de las mujeres? Las causas son bien conocidas y constituyen un exponente claro de la injusticia que nuestra sociedad está cometiendo con ellas. Veamos solo tres conjuntos de causas más evidentes, sin entrar en el detalle de los datos que excede las posibilidades de este artículo. (Los datos se pueden consultar  en los estudios que se citan al final):
  • En la presente generación de mujeres jubiladas, estas sufrieron una primera discriminación educativa y de formación cuando eran jóvenes, lo que les impidió tener la misma cualificación profesional que los hombres para acceder al mercado de trabajo. Un dato que lo explica es que solo una de cada tres mujeres jubiladas tienen educación superior, mientras que dos de cada tres hombres, sí la alcanzaron. La diferencia de género aún es más sangrante en cuanto a la alfabetización que recibieron: Solo el 24% de los hombres jubilados son analfabetos, mientras que el analfabetismo alcanza al 75% de las mujeres jubiladas. No cabe duda que esta gravísima discriminación educativa se ha corregido en las mujeres jóvenes, pues hoy hay más tituladas superiores que hombres, aunque no en las profesiones con más salidas laborales, por mantenerse aún estereotipos respecto a las profesiones. Pero las mujeres mayores de la actual generación sufrieron todo el peso de los prejuicios respecto a la educación y su futuro profesional, lo que ha impedido su incorporación al mercado de trabajo.
  • Los roles tradicionales atribuidos a las mujeres que las orientan hacia las tareas del hogar y el cuidado de las personas de la familia, más los períodos de excedencia para cuidar a sus hijos, han hecho que las mujeres tengan una vida laboral más corta. Esto les ha perjudicado severamente a la hora de su jubilación. No solo perciben pensiones más bajas, sino que como media tienen que jubilarse dos años más tarde que los hombres para completar su período mínimo de cotización para recibir pensión contributiva. La sociedad no les ha reconocido su trascendental aportación a la economía y al bienestar de la población. Incluso podríamos decir que les ha castigado por ello.


  • La gran brecha salarial que las mujeres aún sufren derivada de las citadas discriminaciones y otras, como la mayor temporalidad de sus empleos, jornadas parciales, mayor desempleo, empleos en sectores peor retribuidos y dificultad de acceder a puestos directivos, les ha reducido a niveles más bajos de cotización a la Seguridad Social, lo que ha aminorado de forma escandalosa la cuantía media de sus pensiones en relación con las de los hombres.


La igualdad de las pensiones de mujeres y hombres, un objetivo alcanzable 
aplicando políticas adecuadas

La actual desigualdad de las pensiones de hombres y mujeres se ha generado a lo largo de muchos años de discriminación. Por ello es un objetivo prioritario de lucha en los próximos años, hasta obligar a cambiar las políticas que han causado esta catástrofe. Si seguimos sin hacer nada y al ritmo que avanzamos  tardaríamos 118 años en cerrar esta brecha, si atendemos a los datos que se desprenden de un informe del Foro Económico Mundial. No podemos esperar tanto, ni mucho menos. La igualdad es un objetivo alcanzable a medio plazo si hay voluntad política y acuerdo social. En menos de una generación hay que cerrar completamente esa brecha tan penosa para las mujeres. Para ello vamos a reivindicar otras políticas, que resumimos a continuación.
  1. Es preciso, en primer lugar, aumentar la participación de las mujeres en el mercado laboral hasta conseguir tasas de actividad similar a las de los hombres. Los países socialmente avanzados lo han conseguido. ¿Por qué nosotros no? Para ello es preciso tomar una serie de medidas, entre las que la educación y formación siguen teniendo mucha importancia, especialmente en lo que concierne a la orientación profesional para que las jóvenes se incorporen al empleo y elijan carreras profesionales con mejores salidas en el mercado de trabajo, al margen de los estereotipos profesionales existentes. La mayor presencia de las mujeres en el mercado de trabajo ayudaría, a su vez, a resolver los problemas de ingresos de la Seguridad Social, y aportaría un caudal de recursos humanos extraordinario a la economía, como aconseja el Libro Blanco sobre las Pensiones de la Comisión Europea.
  2. Urge cambiar la legislación que permita la verdadera corresponsabilidad familiar y el equilibrio trabajo-familia de una forma más equitativa entre hombres y mujeres para que las mujeres no pierdan oportunidades laborales ni años de cotización a la Seguridad Social. En este punto, las medidas que se pueden tomar son numerosas, como alargar el periodo de excedencia de maternidad-paternidad, pudiendo compartirlo ambos miembros de la pareja, acortar los horarios laborales, crear una oferta suficiente de escuelas infantiles para 0-3 años gratuitas o de precios asequibles a todas las familias, poder contar con periodos de excedencia para cuidado de personas dependientes manteniendo la cotización a la Seguridad Social a cargo de los presupuestos públicos, reconocer el tiempo de excedencias para maternidad y cuidados a efectos de años cotizados para la jubilación, etc. Este conjunto de medidas han de responder a un plan político global, pactado entre los grupos políticos y sociales en el marco de Pacto de Toledo. Han de estar orientadas a garantizar la igualdad en el menor plazo posible. Sin improvisaciones como el reconocimiento de un 5% a un 10% de tiempo más a las madres según el número de hijos, que aprobó sin consenso el gobierno el pasado año electoral, mientras que este mismo gobierno había dejado de pagar las cotizaciones de muchos miles de mujeres cuidadoras de personas dependientes, según prevé la Ley de Atención a la Dependencia.
  3. El anterior conjunto de medidas va unido a una derogación imprescindible de la actual reforma laboral, que ha permitido la devaluación de los salarios y cotizaciones a la Seguridad Social del conjunto de los trabajadores, y que impide  garantizar el ingreso y la sostenibilidad del sistema de pensiones públicas.
  4. Finalmente, es urgente garantizar un ingreso mínimo suficiente para una vida digna de todas las personas que no tienen otras posibilidades de ingresos. La subida de las pensiones mínimas por encima del IPC cada año es algo que contribuiría a lograr este objetivo. Esta medida favorecería especialmente a las mujeres mayores solas, que son la parte de la población más desfavorecida por carecer de pensiones o no tener más que las pensiones mínimas.
El año 2017 se inicia con una mala noticia para los y las pensionistas, que pierden poder adquisitivo. Mal comienzo para los nueve millones de personas que viven de sus pensiones. Mal camino también para cerrar la brecha de género en las pensiones. Es imprescindible que, a la vez que nos comemos las uvas de 2016, hagamos un propósito serio de empezar a cambiar sin pausa esta injusta situación a partir de 2017. Las mujeres tenemos que desempeñar un papel imprescindible en esta lucha contra la reforma de las pensiones, el cambio de modelo y la búsqueda de una salida política a la crisis, ya que tenemos mucho que aportar. La lucha política por la igualdad en este punto, es inaplazable.

Angelines Herrero. Presidenta de la Asociación Mujeres Progresistas de Retiro. 

Fuentes:

Datos estadísticos sobre las pensiones por edad y sexo:

Informe sobre las mujeres mayores en España:
Mercado de trabajo de las mujeres españolas 2016:
Corresponsabilidad y conciliación de la vida personal, familiar y laboral:
Cuidado de personas dependientes (niños o adultos enfermos, incapacitados o mayores):

1 comentario:

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